Un
día cualquiera y un hombre
que
sonríe
demasiado y dice нeт,
нeт;
una
figura sobria y enhiesta
implacable
en los ademanes.
Unos
pasos que vuelven tras de sí
y
unos labios en mi oído
para
poder recordarme
que
soy mujer
y
que eso me hace bella.
-bella
como lo es el ciervo
bajo
la mirada
de
un cazador agazapado-.
Un
cuerpo que es mi cuerpo
y
echa raíz en el miedo;
un
corazón que no conoce
más
que la mansedumbre.
Me
veo abocada de nuevo
al
silencio.
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