despiertas. mirada perdida
en ojos secos y el peso
de la monotonía combando
la espalda. y delante, o dentro
o encima tienes todas esas vidas
del sueño que se sueña con los ojos abiertos
y que en tu piel parecen inverosímiles
pero que sin embargo son las vidas de otros.
todas esas vidas del sueño que son imposibles
porque no están en nuestro sino pero tú
todavía no lo sabes del todo y a veces
te abandonas y acabas por convencerte de
que de alguna manera u otra son alcanzables
con esfuerzo y dedicación y un poco de suerte y
entonces el vértigo sobreviene. demasiadas vidas
para unas manos tan pequeñas. eso es,
el momento en que comprendes el universo
que te habita: esos sueños... ellos son muchos
y tú sólo una. y sólo se puede escoger una vida y
ver las otras marchitarse. pero la estela
del sueño es algo difuso, como la bruma
en la costa una mañana de febrero y tú navío
desamparado que busca el norte imaginando
el sur y el este y el oeste. porque malditos
somos los que acarreamos ilusiones que no brillan
con luz propia, que apenas son destello
que uno aprende a reconocer por tener el instinto
entrenado. pero no siempre es suficiente.
y acabas haciendo eso que haces siempre y
que no te hace feliz y que no te acerca
a ninguna de esas vidas que guardas
con recelo y que sueñas con vanidad.
resignada comprendes: al final
todos estos sueños para qué.
2 comentarios:
"y sólo se puede escoger una vida y
ver las otras marchitarse"
Me recuerda tanto a Plath. Lo he leído en voz alta, y duele. Es precioso porque duele.
En muchos de tus poemas siempre hay algún verso increíble, varios versos increíbles, de hecho, pero en este creo que todo el poema lo es. De verdad, no sabes lo bien que se te da hacer canciones y creernos cerca de todo lo que sientes.
abrazos fuertes,
y cactus que no pinchan.
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