21.9.14

El haz de luz acaricia los geranios. Ella está sentada en una esquina. Piensa en todas las veces que de pequeña dijo "cuando sea mayor...". Que ese tiempo es ahora y que la vida no está hecha a su medida. Con manos firmes, pela guisantes. Tiene algo dentro. Algo que ha de vomitar para poder volver a respirar. Pero no encuentra las palabras. Se queda agazapada -sudorosa- donde el sol no puede alcanzarla. El vestido no le tapa los muslos y son los muebles gastados de la cocina los únicos testigos. Cada pocos minutos cambia de postura para poder absorber con la piel el frío de los azulejos. El haz de luz acaricia los geranios y ella se esconde del sol. ¿Dónde nace el miedo? ¿Será éste el que la lleve de la manita hasta la tumba? Moja la verdura en agua helada y deja los dedos dentro hasta que pierden la sensibilidad. Odia el verano. Se pregunta si alguna vez habrá de acabar la pesadilla. Allí dentro el silencio es siempre una nana dulce y la soledad no pesa. Pero el mundo está ahí fuera. Tan cerca. Tan inalcanzable. Con las manos aún mojadas, se sirve un vaso de agua con hielo.


(cierto es que la vida empieza donde acaba el miedo)

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