15.1.15

Se despertó con las primeras luces del alba, justo para ver cómo se desvanecían las estrellas con las trampas de la bóveda celeste. Un naranja incierto teñía el cielo de posibilidades. Amanecía y en sus exhalaciones ya se confundían el frío y la nicotina. Tenía que frotarse los brazos contra los costados y las piernas entre sí para intentar quitarse el frío de encima. Quería pensar, pero con aquella temperatura resultaba difícil.
Tenía que tomar una decisión, pero no sabía cuál. Cientos de kilómetros al este, sus problemas seguían siendo los mismos. Encendió otro cigarro porque aún era demasiado temprano para los demonios. Las voces, todas a la vez, hicieron el amago y fue la muchacha, con un bostezo inocente, la que le salvó por esa vez.
-¿Adónde vamos?
-Hacia la vida .
Suspiró. Sonrió con tristeza. Le dio otra calada al cigarro
-Siempre hacia la vida.
En la hondonada de su pecho reverberó una explosión de esperanza medio forzada. Quizá sí. Quizá aún podía salvarse.

Por un momento se permitió el lujo de olvidar que el problema se lleva dentro.


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