28.12.15

Recuerdo acongojada
los despertares con un corazón extraño;
órgano latente sin ritmo ni armonía.
Rezuma la ansiedad, dicen,
cuando uno siente la muerte cerca.
Y mi muerte era tu ausencia
y los latidos descompasados la certeza.

Recuerdo mi piel extraña
esperando en vano el tacto de tus manos
mientras pasaba horas enteras pintando
formas extrañas con sólo veinticuatro colores.
La televisión encendida; voces de fondo
narrando historias que no existen
y que yo no escuchaba.

Recuerdo el miedo al desamparo,
el estómago chillando de pánico a salir de casa.
La debilidad que implosionó cuando me asomé dentro
y sólo la soledad me devolvía la mirada.

Recuerdo ser consciente
de que aquello era lo correcto
aunque todavía no lo sentía.
Y la misma voz en a cabeza que gritaba estás completamente sola
susurraba luego sabes que era la única solución.




(Qué triste recordar también los buenos momentos
y entender, a la par, que todo en ti fue naufragio.
Pero esto no es una canción desesperada
sino una canción de despedida).