1.2.16

Te perdoné las miradas frías
y el silencio indiferente
cuando hablaba de mis demonios;
cuando mis demonios hablaban por mí.
Perdoné, incluso, las palabras
que rasgaban
la piel.

Me creí culpable cuando
esperaba encontrar la calma en tus gestos;
tú sólo un cuerpo mudo.

En todo lo no pronunciado
me ahogué.
En todo lo no pronunciado
empezamos a morir.

Acepté el dolor
de la compañía ingrata
por miedo
al invierno
que crece dentro.

Llamadme estúpida
porque lo merezco.

1 comentario:

While dijo...

Siempre consigues hacerme sentir, siempre. Nunca me he sentido indiferente a lo que escribes porque consigues hacer transmitir con cada una de tus palabras, de tus puntos y comas. ♥

A veces una no sabe que hay primavera fuera de unos brazos que te prometes flores pero te dan escarcha. Es tan difícil ver las flores de fuera que cuando sales y te descongelas, te sientes tonta por no haberlo visto antes, pero no es de ser tonta, es de querer con el corazón.
(y una siempre aprende de los errores, después de esto nada/nadie nos evitará ver el campo de césped a pesar de los brazos que quieran abrazarnos)

besazos fuertes,
W.

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