Un día habré
de marchar
y crear mi
propio nido
porque ese es
el orden natural de las cosas.
No. A mí me
importa un carajo
el orden
natural de las cosas.
Sucede que he
de demostrarme
que hay
posibilidad de subsistencia
más allá
del abrazo materno;
porque
independencia implica desamparo;
los miedos
vienen conmigo.
Cuánto
tardaré en llamar hogar al hogar
nadie puede
saberlo.
Será un
lugar lleno de luz
y de flores
de plástico
para que no
hayan de morir nunca.
Todo
impregnado de lo que recuerda
a la vida, de
lo que es vida
aunque mis
girasoles no necesiten agua.
Pero serán
compañía y serán sonrisa.
Las paredes
blancas y los muebles blancos
y el baño
rojo y las sábanas azul
como el
cuadro de Aiwazowski sobre el cabecero.
Los gatos,
ajenos al estremecer quedo
de quien sabe
que el peligro está al acecho,
y que tener
ganas no siempre es suficiente.
Gatos que se
dejen acariciar cuando enferme
y cuiden de
mi alma desvalida
cuando el
cuerpo flaquee y haya de guardar cama.
Será empezar
una vida dentro de un santuario
construido
para venerarme a mí y para venerarla a ella.
Sólo que
únicamente puedo permitirme la existencia
porque así
lo elegí una vez.
1 comentario:
¡Hola! Me encanta y me he sentido indentificada, creo que dentro de poco voy a tener que dejar el nido y también me da un miedo... Un abrazo.
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